literature

Belle Pt 1: Seeley

Deviation Actions

NoraCayetano's avatar
By
Published:
1.2K Views

Literature Text

La noche era fría. No muy fría como las de invierno, pero sí más que las comunes de otoño. Una de esas noches en que uno prefiere quedarse en casa a comer algo tibio, en lugar de lo que él estaba haciendo. En todo caso, él no era uno de esos. A él podían importarle muchas cosas, pero no el clima de esta noche en específico.

Habría que decir que tampoco estaba en la posición más cómoda. Oculto entre las ramas resecas y de hojas a medio marchitar, espiando, igual que muchas otras noches, la última clase de baile del día.

No, no estaba espiando. Estaba observando. O bien, cuidando a la distancia también era válido.

La mujer que le importaba apareció de pronto frente a la ventana. Desde su furtiva posición, parecía que observaba a una bailarina en el escenario desde un palco privado. La idea lo hizo sonreír. No conocía a ninguna bailarina que mereciera más que esta un escenario para sí sola, así como tampoco conocía ninguna otra que fuera tan modesta  como ella, que no lo aceptaría si llegasen a ofrecerlo.

Belle
You'd think the word was invented for her


Maraya siempre había sido hermosa, por más que ella lo negara –cosa que la hacía todavía más adorable–. Siendo sinceros, no era una belleza comerciable, de esas que ponen en portadas de revistas y que las mujeres pagan para que se las construyan. Era una belleza natural. No tenía necesidad de retoque alguno pagado por dinero para que quién la viera, como él, pudiera disfrutarla. La manera en que su nariz, larga y recta, siempre estaba en alto al ella andar. La forma en que sus ojos de avellana brillaban bajo las oscuras cejas sin depilar. La curvatura de sus labios al sonreír. Era algo que Seeley nunca se cansaría de observar.

Mentira. Lo que menos lo cansaría sería ver a Maraya bailar.  

When she dances, revealing her body, like
A bird spreading its wings ready to fly


Parecería que la muchacha nació para ello. Las más dedicada de las bailarina, la alumna que siempre destacaba. Maraya, que se sabía no mejor que otras, era la del espíritu inquebrantable.

A lo largo de su casi interminable vida, Seeley había conocido a muchas chicas danzarinas. Estaban las que se dedicaban al tango, las apasionadas del flamenco, las que fluían con la música moderna. Pero Maraya siempre sería su favorita. Quizás tenía que ver con el hecho de que él en persona estuvo presente durante las arduas horas de práctica que Maraya misma se imponía, sin maestra que le enseñara, sin compañero que le ayudara, sin nadie más que él como público, siempre con su sonrisa tatuada, listo para felicitarla.

… Bueno, ahora Maraya tenía a alguien más que la felicita…

Alexis, la criaturita que nació de la unión de la bailarina amateur de ballet y Regan, corrió a los brazos sudorosos de su mami mientras la profesora daba las últimas indicaciones para la próxima clase. Maraya le sonrió con cariño a su hija mientras se secaba el sudor de la frente. No. No era cariño solamente. Era orgullo también, orgullo porque su hija la viese bailar y le gustara.
Estaba claro que la niña no sería nunca ni la mitad de femenina que su madre, pero el hecho que la acompañara al recinto sagrado que era aquél salón viejo y con espejos donde Maraya practicaba, era más que suficiente para la joven madre.

Los labios de Seeley temblaron indecisos, sin saber si curvarse en una sonrisa o fruncirse en un gesto agrio. La escena no podía ser más hermosa: las dos chicas más guapas con las que se hubiera topado, madre e hija, saliendo de la mano tomadas después del ballet. Y él, desdichado, escondido entre las sombras sin nada mejor que hacer más que saborearlas a distancia.

Las siguió con la mirada mientras se encaminaban al auto de Maraya.

La niña tuvo que haber sido hija suya, la madre tuvo que haber sido su compañera. Qué más quisiera él que jugar al sol con la pequeña todas las tardes para después contentar detrás de las puertas cerradas de la habitación a la madre…
Se mordió el labio con rencor ante el último de los pensamientos. Estaba mal que pensará así…

Más…


Then I feel Hell opening under my feet

Sin embargo…

No podía evitarlo.

My gaze has fallen on her gypsy's dress

Maraya le había parecido atractiva desde el principio, desde el momento en que Víktor se presentó con ella en brazos aquella noche del secuestro. La única de las tres niñas que no temblaba ni sollozaba. La única del trío que lo miró a los ojos –bueno, la primera vez se mostró intimidada, cosa que no le culpaba–. Desde el principio, Maraya demostró su valentía. Su diplomacia. La retenían en contra de su voluntad, pero no por ello no se mostraba amigable con sus captores. Recordaba bien que Regan lo había designado para que le hiciera de dama de compañía para la pobrecilla antes y después de que liberaran a sus amigas. Y Maraya siempre lo recibió con los brazos abiertos en aquel cuartito donde la escondían. Pronto, en aquél ambiente incierto, durante encuentros donde él no podía mencionarle si quiera su nombre, se acostumbraron el uno al otro y la amistad nació.

De ahí en adelante, el resto es historia…

El punto es que él siempre la quiso. Desde que no era más que una quinceañera hasta que la miró y notó que había alcanzando la adultez.

What good could it do me now to pray to our Lady?
Who
Will cast the first stone against her?


Qué lástima que no haya sido él el más rápido. Que la velocidad de sus piernas no fuera la misma en sus resoluciones. Que Regan lo supiese y lo aprovechase…  


He dosen't deserve to live

Y que Maraya cayera en sus redes…  

Oh Satan!
Oh! Let me, just once,
Slide my fingers through Maraya's hair


Qué lástima también que él fuese un tonto hecho y derecho. Como si la cosa no le fuera lo suficientemente tortuosa, no había resistido cuando Maraya, con Alexis recién nacida en brazos, lo nombró padrino de la beba y que ahora fungiera de niñera.

Belle
Is she the devil incarnate


Qué tortura tan dolorosa y dulce. Acunar en brazos una hija que debió haber sido suya, cuidarla y adorarla cual padre primerizo, viéndola crecer. Seeley fue el primer amigo de Alexis, el primer juguete que ella pudo hacer y deshacer con sus caprichos sin que él se quejara; era inevitable, era la hija de Maraya, lo había heredado de ella.

Y al llegar la noche, cuando las fuerzas se le habían acabado a la criaturita, él la llevaba en brazos hasta su diminuta cama. Todo para que Regan le sonriera sin verdadera emoción en el rostro y le dijera un agradecimiento cualquiera. El muy bastardo.
Seeley tenía que usar toda su fuerza de voluntad para no partirle el rostro al líder del clan. Regan, el afortunado, el que lo tenía todo, el que había desposado a Maraya, el que le había dado una hija, el que tenía razones de más para ser odiado...

Come to turn my eyes away from the eternal Lord,
Putting this carnal desire inside of me


Y justo cuando estaba seguro que cedería y haría lo que su puño anhelaba, aparecía Maraya, con perlas de sudor en la frente y mejillas sonrojadas, justo después de haber estado haciendo cualquiera de sus variopintas actividades de ama de casa, o volviendo de alguna clase nocturna para señoras, o simplemente después de un caluroso día normal de la provincia en donde vivían. Los saludaba con una sonrisa. A Regan besaba en el rostro, el mismo rostro que Seeley con gusto haría añicos, y a él, a Seeley, le dedicaba una bonita sonrisa agradecida que borraba toda ansia de matar. Existían también días afortunados, donde lo besaba en la mejilla.

To prevent me from looking to Heaven?

Cuando Regan no estorbaba, Maraya lo trataba como cuando era soltera, como cuando era una niña y él su único amigo. Platicaban como antes, reían igual y se disfrutaban una vez más.

Antes, sin embargo, era más inocente; porque ella no era más que una niña que entraba a la adolescencia, y él, su confidente.

Eran muchas las memorias que tenía de Maraya, buenas y malas. Aquellas noches que parecían tan lejas, los dos resguardados en La Guarida, viendo los rayos de la luna colarse por la boca de la cueva. Los desayunos improvisados que compartían. Las tardes en donde la veía batallar; si no era con el ballet, lo era con sus clases extracurriculares, o con las personas con las que convivía en aquel entonces. Y por supuesto, el saber que muchas veces su hombro fue el mejor sitio para llorar de la niña. Cada recuerdo era atesorado. Estaba orgulloso de haberla visto crecer, pasar de una etapa a otra, cerrar capítulos de su vida y escribir otros.

… Lógicamente, orgulloso no podía sentirse siempre. Al menos no últimamente –considerando como últimamente los años de vida de Alexis–.

Seeley no estaba seguro si fue antes o después de que Maraya quedase encinta, pero hubo un momento en que la miró y sus instintos naturales se sintieron a flor de piel. Maraya pasó a su lado, como lo haría en cualquier momento de un día ordinario, sin nada especial. Es probable que hasta se vieran apenas por el rabillo del ojo y se sonrieran discretamente, sin temas que tratar entre sí. Y de pronto, Seeley tuvo la urgencia de voltear a mirarla. Maraya olía bien, muy bien. Condenadamente bien. Una fragancia sensual que nunca antes había percibido, algo que le invitaba a gritos olfatear hundir en esa fragancia su nariz y disfrutarla por todos los siglos de vida que le quedasen. Y justo cuando permitía que sus ojos se clavaran sin recato alguno en la espalda de Maraya y pensaba en lo atractiva que se veía, lo golpeó. Ella era ahora una hembra apropiada para la reproducción. Así como él, un macho presto para ello.

She carries original sin inside of her

¡Pero no fue culpa suya! Ni tampoco de Maraya. Sucedió y ya. Algo que estaba escrito en su sangre y naturaleza desde el principio. En ese momento, agradeció a los cielos y a todos los dioses benévolos el poder haber salido de ahí sin que nadie reparara en ello.

Does desiring her make me a criminal?

Luego sucedió lo del embarazo. Maraya era una niña jugando a ser mujer en ese momento. Su vientre abultado no iba con las faldas de colores que usaba ni con las trenzas en su cabello. Él era lo suficientemente noble como para saber que a las niñas, aún cuando ya sus matrices fueran propicias, no había que embarazarlas sólo porque sí. Regan no. Claro que no. Regan tenía a la hembrita más linda de todas, la que sin dudar haría lo que fuese por él, la que no temía a nada cuando en sus brazos estaba, la pura y casta Maraya, que se entregó a él sin reprochar. Claro que Marayita no le reprocharía nada a Regan. Oh, no. ¿Qué cosas le habría susurrado al oído mientras la estrechaba, qué artimañas habría empleado para engatusarla? Seeley sabía que acostarse con cualquiera no era un hábito de Maraya. Cualquiera diría que la niña hizo lo que hizo por amor mezclado con desenfreno adolescente. Seeley no era cualquiera. A él no le bastaría con ese remedio de respuesta.

Estaba claro que fuese lo que fuese que hubiese ocurrido aquella noche, a Regan no le importó mucho lo que sucediera después.

She
Who all took for a whore, a girl of the street


La niña Maraya, su niña, se las vio negras después, cargando dentro de sí a una criaturita viva, una responsabilidad mayor que cualquier otra, en un cuerpo que no necesitaba más para ser delicado. Seeley estuvo ahí. Fue él quien se escabullía a la cocina en las noches, cuando los padres y servidumbre dormían, para meter de contrabando a la habitación de la adolescente la comida que la embarazada Maraya necesitaba. Estaba ahí a la mañana siguiente, cuando ella se encerraba en el baño a devolver lo que él le había conseguido. Estuvo ahí, viéndola llorar de miedo e impotencia cuando las habladurías empezaron, aún entre los de su clan.

Regan, bueno, él también estuvo presente, pero nunca tanto como él.


Suddenly seems to be carrying the cross of the human race

Y como si esos meses de desespero, llanto e incertidumbre no hubiesen siquiera existido, Maraya veía a todo el mundo con la frente en alto. Había hecho de sus oídos no más que sordos miembros ante las malas lenguas que de ella tanto dijeron. Al ahora su esposo no le guardaba –ni le guardaría– rencor. Era una santa. Perdonando a todo el mundo.

Quizás eso era también parte del embrujo que tenía sobre él, él que la veía como un ángel caído a un arcángel deseable. Maraya nunca caería por él, pero se apiadaba lo suficiente de la desdicha de la que estaba hecho para acercarse a él y acariciarle el rostro como si mereciese el contacto. Luz celestial, eso era ella para él.

Oh Notre Dame!
Oh! Allow me, just once
The entrance to Maraya's garden


Y quizás por eso aún la seguía. Porque temía que alguien todavía osará arrebatársela más.

Belle

Antes, seguirla fue su obligación. Desde el momento en que la niña hubo puesto los pies en la caverna rocosa donde Regan y su sequito la esperaba, él ya había sido encomendado para la misión de mantener a la "princesa de las vírgenes" bajo vigilancia. Luego, adoptó el gesto como permanente, le gustara o no a su líder.
Para Seeley era una de las tareas más sublimes a las que podía entregarse. El cuidado y protección de su niña adorada. Siguiéndola siempre en las sombras, velando por su seguridad, escuchando la cháchara de sus amigas, mirando con severidad a cada muchacho que se topaba. Obviamente, Maraya estaba al tanto de su guardaespaldas. Y contrario a lo que pudiese creer la demás gente, a ella no le molestaba. En todo caso, le sonreía con labios y mirada.

Despite her large eyes which bewitch you

Con esa mirada pura y angelical que lo paralizaba. Como la mirada de una virgen divina.

Might she still be a virgin?

Ríe con amargura ante el pensamiento. La respuesta es clara y no le gusta. Por eso prefiere no pensar en ella y se concentra de nuevo en Maraya y Alexis.

When her movements let me glimpse mountains and wonders
Under her petticoat of many colors


Es terrible eso, seguir deseándola para sí sólo cuando sabe que es imposible. Al cielo gracias porque en el mar existan muchos peces. Muchas hembras lindas con las cuales pasar el rato. Como esta, una rubia preciosa que frecuenta desde hace unos meses. Ella también había llamado su atención, no tanto como Maraya, es por eso que se permiten los encuentros íntimos y casuales. Es más bien una relación de amigos con derechos. Ella también conoce a Maraya –de hecho, podría decirse con sinceridad que son amigas–, tanto como conoce los sentimientos del demonio por la joven esposa de su líder.
Cada vez que los labios negros de Seeley acarician los sedosos de su acompañante, él sabe que desea poder agradecérselo mejor. Cuando ella permite que su cabello sea mimado por las manos frías y de garras, que en su cuerpo se descargue la pena de un amor no correspondido, Seeley sabe que ella merece algo mejor.
Existen veces en que quiere mentirse a sí mismo y a ella, cuando esta chica –tan mujer como Maraya– parece más que satisfecha por otro momento con él y de los labios masculinos salen palabras de dulce amor verdadero –las del repertorio que esperan ser recitadas a Maraya–y él dice que de corazón desea unirse ante ella y la rubia dice, con falso rubor en las mejillas y la voz de una buena actriz, que no se haga el tonto, él quiere de verdad creer que está enamorado de ella.
Pero no. Al menos no con la fuerza con la que quiere a Maraya. Y si fuera así, sería peor todavía. Por eso ahora, que yacen uno al lado del otro, tirados en el césped en una parodia a una bonita escena romántica de pareja, la cabeza de ella sobre su costado y la manita sobre su pecho, él le acaricia el pelo y le susurra al oído:

"Ma dulcinée laissez-moi vous êtes infidel (My beloved, let me be unfaithful to you)
Avant de vous avoir menée jusqu'à l'autel" (Before I've led you to the altar)


Ella se queda callada, comprendiendo.
Aparte, no está sorprendida.

What
Man could turn his gaze from her


Mucho menos dolida. En francés suena más bonito de lo que lo es en realidad.

Even should he risk being turned into a pillar of salt

Sabe bien lo que hace y es una profesional. De naturaleza, un tempano de hielo. Si se abre la piel delante de Seeley es algo que a terceros no les debe importar. Tiene sus motivos. Pero es un ser humano –ella sí es humana–, y no resiste la tentación de mirarlo directamente a los ojos. Dos ovalitos de hielo penetrando el alma del demonio de la sonrisa tatuada. Si no dice nada es porque ha aprendido que de nada le sirve. Pero Seeley también ha aprendido de ella, a leerle el pensamiento en la mirada. En silencio lo llama tonto, cabeza de chorlito, necio y testarudo. Él sabe que lo es.
Seeley sonríe. Qué bonito es ver que se preocupan por uno. Ciertamente, podría amar seriamente a esta dama. Con un dedo, le acomoda un mechón de su platinado cabello tras una oreja.

Oh fleur-de-lis
I am not a man to trust
I will go and pluck Maraya's flower of love



La noche era fría. No muy fría como las de invierno, pero sí más que las comunes de otoño. Una de esas noches en que uno prefiere quedarse en casa a comer algo tibio, en lugar de lo que él estaba haciendo. En todo caso, él no era uno de esos. A él podían importarle muchas cosas, pero no el clima de esta noche en específico.

Habría que decir que tampoco estaba en la posición más cómoda. Oculto entre las sombras, espiando, igual que muchas otras noches.

No, no estaba espiando. Estaba observando. O bien, añorando a distancia.

La mujer que le importaba estaba frente a él, sin notar su presencia, terminando de descolgar la ropa que se había lavado durante el día. Por la ventana se escapa el olor de la comida que Doña Camila termina y el sonido de las voces de los demás miembros de la familia líder del clan.

Maraya ha tenido un día tranquilo, lejos de la escuela y de sus otras actividades. Él lo sabe porque se vieron antes, en la tarde, cuando ella lo invito a merendar algo. No hablaron de nada serio en ese momento y así les gustó a los dos.
Él la miró a los ojos, contento con saberla feliz. Tiene una buena vida ahora. Ya no es la niña de la que se enamoró en un principio, es ahora una mujer cuya vida está bien decidida. Una mujer que estudia lo que le gusta, asiste a una universidad para concluir la carrera que escogió y que aparte tiene una niña que cuidar. Una esplendida mujer.


My gaze has fallen on her gypsy's dress
What good could it do me now to pray to our Lady?


Un sonido muy leve le distrae el pensamiento.

Who…?

Regan ha salido al patio, en busca de su mujer. Seeley puede oír lo que dicen, la risita que ella suelta cuando el demonio de cabellos plateados le estrecha la cintura con sus brazos y le besa juguetonamente el cuello.  

Will cast the first stone against her?

El ceño de Seeley se frunce. Regan tiene en sus brazos a la dulce mujer de sus sueños, pero sus ojos no están puestos en ella ni en la tanda de ropa limpia que le ayuda a cargar, sino en él, que se esconde entre las sombras. Si para Maraya su presencia pasa desapercibida, no para Regan. Ambos se ven a los ojos, sin necesidad de compartirlo con la mujer de la vida de ambos.  

He dosen't deserve to live

Regan dice algo más a su mujer, sonriendo. Algo que nada tiene que ver con la presencia del demonio de la sonrisa que si no estuviera tatuada, no estaría ahí. Pone su mano en la espalda baja de su mujer mientras ambos avanzan platicando.

Los puños de Seeley se aprietan con fuerza, pero no hace nada. A lo único que se limita es a dar media vuelta. Quizás sea capaz de encontrar algo con qué pueda entretenerse y distraerse de todo esto. Da uno de sus extraordinarios saltos para perderse entre las copas de los arboles… No sin antes dedicar una última mirada hacia atrás.


Oh Satan!
Oh! Let me, just once,
Slide my fingers through Maraya's hair
:rose: Recuerden, para una mejor lectura, leer antes: [link] :rose:



Seeley es la representación del amor desinteresado y sacrificado~

No creo necesitar explicar mucho :P A menos que uds lo deseen.

La verdad, me da pena por él :( Sobretodo al presentarlo tan melancólico y dolido. Pero es un buen muchacho, muy alegre y juguetón :lol:

Descuiden, fans de Seeley que anden por ahí, luego lo pondré cómo es en verdad :love:



[Por cierto, la chica rubia mencionada, sí es muy importante en la vida de Seeley, aunque todavía no quiera creerlo ;p ]

:iconx-divider1::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider2::iconx-divider3:

La canción es esta:
[link] (subtitulos en español)
Originalmente, ~YolandaChapa me la compartió con subtitulaje en inglés -de ahí las líricas usadas-. La pequeña parte donde Seeley habla en francés es parte de la letra original (y lo menciono por eso de dar crédito a quién lo merece) Yo sólo hice unos leves cambios -muy claros también- :meow:

Parte 2: [link]
Parte 3: [link]
© 2011 - 2024 NoraCayetano
Comments8
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
Toikko's avatar
Aquí no tengo mucho que decir. La historia me gustó, aunque fue la que más me tardé en leer -aun no entiendo pk- xD
Hay partes de la canción que no les encontré la relación con lo escrito, pero otras sí quedaron perfectamente.

Umm... qué más, qué más?
Ah, lo que repetiste al principio y casi al final estuvo padre, solamente que creo que fue algo largo. O sea, a mi parecer debiste repetir solo el primer parrafito y cambiarle lo demás.

Eto... creo que eso es todo aquí :3
wushuuu *majo vuela al siguiente cap*